Dado que nadie está excluido de invocar a Dios, la puerta de la salvación está abierta a todos. No hay nada que nos impida entrar por ella, sino sólo nuestra propia incredulidad.
¿Cuál es la ruta directa a la amargura y la tristeza? ¿Cuál es el peligro de amar el dinero? ¿En realidad el dinero es algo que nos puede dar paz? Escucha la prédica del domingo.