Dado que nadie está excluido de invocar a Dios, la puerta de la salvación está abierta a todos. No hay nada que nos impida entrar por ella, sino sólo nuestra propia incredulidad.
¿Qué elementos prácticos tenemos de las doctrinas que nos ha enseñado el autor de Hebreos? ¿Puedes animar a los demás en medio de las dificultades? ¿Qué tan importante es seguirse congregando fielmente en tu iglesia local?