Un corazón apacible es vida para el cuerpo,
más las pasiones son podredumbre de los huesos
Pr 14:30 LBLA

¿Qué te hace falta para experimentar una vida abundante? Alguna vez has deseado algo con todas tus fuerzas y recursos, o llegar a pensar si tuviera esto conmigo, todo estaría mejor, o esto me daría más oportunidades, seguridad, popularidad, me haría sentir mejor conmigo mismo, si llego a tener esto _________ (Llena la línea en blanco) estaré feliz.

Los afectos del corazón, los anhelos del corazón (los afectos y anhelos del corazón) dicen mucho sobre en qué hemos puesto nuestra esperanza, dice mucho de tus prioridades y dice mucho sobre los ídolos del corazón. Todos tenemos esto en común, tenemos sueños y anhelos que queremos ver realizados en nuestras vidas, y luchamos desesperadamente por querer alcanzarlos.  ¿Qué es lo que realmente hoy te motiva? ¿Qué estás persiguiendo?

Y entonces nos ves poniendo nuestros anhelos en cosas como una prenda de vestir, y te dices: una camisa más, o un par de zapatos más, si tuviera esa marca de ropa. ¿Has estado en este punto, quizás no es ropa o zapatos, quizás anhelas vivir en una casa mejor, un mejor trabajo, o siempre has querido casarte, diciéndote “cuando me case con el hombre de mi vida todo será mucho mejor, todo será distinto, o cuando sea mamá o cuando tenga mi propia empresa etc. 

Y es que igualamos tener vida abundante con el cumplimiento de los anhelos del corazón, tener esto que tanto anhelo sería el camino hacia una vida más plena, Y cada vez que conseguimos aquello por lo que luchamos, el sentido de vacío nos abruma y nos sentimos decepcionados. ¿Cuántas veces nos ha pasado? 

Parece lógica al revés, alcanzamos lo que deseamos, pero sin sentido de plenitud. Las Escrituras dejan claro que una vida mejor no consiste en perseguir algo nuevo, sino en estar contento. El camino a la vida abundante, dice Proverbios, es un corazón tranquilo, un corazón en paz, un corazón con Cristo, un corazón apacible, un corazón satisfecho.  

Y asumo que sabemos que las cosas de este mundo no nos llenaran, pero de igual forma de vez en cuando estamos luchando por querer tenerlas, esto es simplemente una muestra de lo insatisfecho del corazón, así que vengamos en humildad al Señor y pongamos en sus manos nuestra vida.

• Debemos orar y pedir perdón a Dios por la ingratitud en nuestros corazones.
• Debemos orar a Dios para estar agradecido con lo que tenemos.
• Debemos estar contentos. La envidia, los celos, la murmuración carcomen los huesos, son un cáncer y muestran nuestro descontento, principalmente nuestro descontento con Dios, y así damos lugar a las quejas y la amargura. Como dice el Proverbios son podredumbre de los huesos.

“El corazón del hombre humilde “apacible” da sanidad, pero las pasiones del corazón son polilla para los huesos”

La buena noticia para cada uno de nosotros es que el Señor provee todo lo que necesitamos como hijos de Dios para la satisfacción, y permanecer con gozo satisfechos en Él.  (2 Pedro 1:3) Él nos liberó de la envidia, los celos y las quejas al morir en la cruz en nuestro lugar (Col 2:13-15), pero debemos mortificar la carne en esas áreas de nuestras vidas (Col 3:5), encontraremos satisfacción solo en él. (Col 3:2-3).  Y Cuando estamos satisfechos en Él tenemos vida y vida abundante y podremos decir de convicción como el apóstol Pablo - Para mi vivir es Cristo y el morir ganancia. (Flp 1:21).

Reflexiona: 

¿Qué cosas o circunstancias he creído erróneamente me traerían una vida abundante?
¿Qué cosas o circunstancias aún creo me traerán una vida abundante?
¿En qué formas puedo notar la putrefacción en mis huesos como resultado del descontento en mi corazón? 
¿Cómo te ha ayudado el Espíritu a luchar contra el pecado y a cultivar la santidad? 
¿Cómo los fieles del pasado pueden ser un estímulo para que persigas la piedad?
 ¿Cómo pueden los fieles del presente (Iglesia local, Grupo Pequeño, un creyente maduro cercano) ser de estímulo para que persigas la piedad? 

Recuerda

“El contentamiento es esa dulce, interior, tranquila y llena de gracia estructura del espíritu, que se somete libremente a los placeres finales en la sabia y paternal disposición de Dios en cada situación” Jeremías Burroughs.