En Silencio delante de Dios
En silencio estoy delante de ti; no diré ni una palabra, porque mi castigo proviene de ti.
Salmo 39:9
Qué difícil es muchas veces guardar silencio sobre todo cuando pensamos que tenemos la razón, o cuando vemos injusticias o cuando es más fácil quejarnos sobre la situación. Pero antes de hablar, antes de defendernos, antes de gritar a favor de la Justicia necesitamos estar en silencio delante de Dios.
En el salmo 39 el salmista está abatido por la pena, aflicción, el dolor, se ve agotado, agobiado, luchando con pensamientos de incredulidad que decide suprimir para no expresarlos y pecar en contra de Dios (v. 1-2).
Nuestra tendencia cuando no aguantamos las crisis o las aflicciones, es quejarnos y podemos hacerlo de dos maneras; haciendo un reproche directo a Dios, acusándolo de no ser bueno con nosotros ó 2) nos quejamos de Dios, pero con otros, cualquiera de estas dos formas se van a ver reflejado por medio del chisme, murmuración, queja, ira, estrés etc. Pero así será el corazón del que no confía, del que no descansa en el poder de Dios.
En los versos 3-4 el salmista nos da la respuesta apropiada a la aflicción y la desesperación. Internamente estaba ardiendo con el fuego del sufrimiento y mientras meditaba y guardaba silencio el torbellino en su corazón se hacía más grande, pero qué manera de romper el silencio. ¡Qué bendición y qué gran privilegio es la oración!
V4-5 El salmista pide por claridad y perspectiva divina de las crisis o las aflicciones. Las crisis no son eternas cuando reconocemos la brevedad de la vida. Por tanto, no desperdicies el tiempo sumergido en la aflicción. Ten la perspectiva correcta de Dios en medio de la aflicción y ten la perspectiva correcta de ti por medio de la aflicción; somos débiles y sólo Dios puede sostenernos y librarnos de la aflicción.
V6 No te afanes, si pones atención a los afanes de esta vida, escucharás al ruido de la calle, escucharás a la angustia colativa, perderás de vista la belleza y el tesoro que produce la aflicción. No te afanes, ten la perspectiva correcta de Dios en medio de las pruebas. La crisis es momentánea, esto es temporal, las cosas son pasajeras, pero ver con tus ojos la belleza de la gloria de Cristo en tu vida en medio de la aflicción no tienen valor. Mira ¿Por qué?
En el verso 7 nos es revelado el tesoro en medio de las aflicciones: Cristo es nuestra Esperanza. Dime ¿A dónde más podremos ir? Exacto. No hay otro lugar donde nuestros pies cansados logren reposar; excepto, cuando reposan sobre la roca inconmovible que es Cristo.
V8. Mira que gran cambio ocurre aquí, ya no hay una insistencia en las circunstancias, ya no se trata sobre las aflicciones, ya no notas la angustia, sino que el salmista pide ser rescatado de su propio pecado. Las aflicciones tienen un propósito purificador y santificador en nuestras vidas.
V9 Tener la visión correcta de Dios durante las aflicciones, es el remedio eficaz para silenciar el corazón (descanso) y para detener la boca. Este es el reconocimiento de que Dios es quien está obrando en medio de la aflicción. Esta es la respuesta correcta, este es el deber del creyente actuar y responder así bajo las más grandes aflicciones y las más tristes providencias. Este es un silencio prudente y santo. Esto es porque vemos a Dios y lo reconoce como el autor en todas nuestras aflicciones. (Job 1: 21). Y en este silencio, cuando Dios calla nuestros argumentos (Job 40:1-2) podremos decir: “Hasta ahora sólo había oído de ti, pero ahora te he visto con mis propios ojos”(Job 42:5-6)
Aarón vio la soberanía de Dios y lo silenció. Job vio la majestad de Dios, y lo detuvo. Eli vio la autoridad de Dios, y lo calmó (1 Samuel 3: 11, 19). Cuando las aflicciones nos arrastren a la murmuración, peleemos y luchemos hasta que veamos que es Dios quien ataca. Debemos verlo como Rey de reyes, Señor de señores y agacharnos bajo Su majestuosa mano todopoderosa.
THOMAS BROOKS