Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Debes comprometerte con todo tu ser a cumplir cada uno de estos mandatos que hoy te entrego. Repíteselos a tus hijos una y otra vez. Habla de ellos en tus conversaciones cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Deuteronomio 6:5-7

Deuteronomio 6 es una de los pasajes bíblicos que muestra con más claridad la responsabilidad y el privilegio enorme que tenemos con y hacia nuestros hijos. Dios nos pide que tengamos una entrega y compromiso total con Su Palabra y que se la enseñemos de muchas maneras a nuestros hijos, y poder dejar un legado, por Gracia, de familiares entregados totalmente a Cristo que continúe por muchas generaciones para la gloria de Dios Padre.  

¿Es tu anhelo y deseo profundo que tus hijos amen a Cristo con todo su ser y que puedas ver generaciones de personas piadosas en tu familia para la gloria de Dios Padre?

El primer y más importante mandamiento es amar al Señor con toda nuestra alma, mente y corazón (Mateo 22:37). Para poder amar a Dios con todo nuestro ser es imprescindible conocerle pasando tiempo de cantidad y calidad en Su Palabra, debe ser nuestro anhelo más grande estar sumergidos en La Biblia a diario. Es imposible amar a Cristo sin conocerle, sin conocer todos Sus atributos divinos. Es imposible amar a Dios sin obedecer Sus mandamientos (Juan 14:15). Si no pasamos sumergidos en Su Palabra no vamos a poder conocerle, no vamos a poder saber cuál es Su voluntad para nuestras vidas, ni siquiera vamos a saber que pide el Señor de nosotros y cuáles son sus mandamientos. No vamos a poder enseñarle a nuestros hijos a Cristo porque nosotros mismos no le conoceríamos.

¿Es tu deseo profundo crecer en el conocimiento de Cristo para poder amarle a Él cada día más y así poder guiar a tus hijos hacia Él?

Somos responsables de enseñar la Palabra de Dios a nuestros hijos, y a la vez mostrarle de todas las maneras posibles la bondad, generosidad, misericordia, soberanía, amor, poder, la gracia y la santidad de Dios. De igual manera debemos enseñarles a nuestros hijos la condición pecaminosa que hay en ellos y en nosotros y la necesidad urgente que tenemos de un Salvador.

Nuestros hijos deben oír la enseñanza de nosotros como padres pero también deben verla evidente en cada uno de las circunstancias de nuestro diario vivir, como nos comportemos y vivamos como matrimonio, con nuestra familia, amigos, gente alrededor nuestra, en la Iglesia, en el trabajo, en los estudios, en lugares públicos va a influenciar de manera determinante su vida. No podemos enseñarles a nuestros hijos a amar a Dios si nuestra vida no refleja una entrega total y absoluta a Él en todas y cada una de las áreas de nuestra vida.

¿Es tu vida congruente entre lo que dices ser (creyente) y lo que haces?  

Una de las bases más grandes de como nuestros hijos van a poder conocer a Dios desde muy pequeños es viendo como su papá y mamá se aman y se respetan en Cristo, como sus vidas están humilladas delante del Señor y como hacen todo para glorificar a Cristo. (Efesios 5)

Hombre: ¿Estás amando a tu esposa como Cristo amó a la Iglesia?

Mujer: ¿Estás respetando y sujetándote a tu marido como Dios manda?

Los tiempos se ponen cada vez más difíciles, cada vez hay más falsos maestros,  la maldad del hombre y el odio y el rechazo a Dios se acrecienta, la sociedad empuja por todos lados a llevar vidas centradas en el hombre y no en Cristo, millones de personas están yéndose al infierno todos los días.

Esto es un llamado urgente para no descuidar la predicación del evangelio a nuestros hijos y estar sobre nuestras rodillas orando y ayunando por la salvación de ellos. Un llamado urgente a vivir vidas y matrimonios centrados en el Evangelio. Un llamado urgente a amar al Señor con todo nuestro ser.