Sean Santos

Pero ahora sean santos en todo lo que hagan, tal como Dios, quien los eligió, es santo. Pues las Escrituras dicen: «Sean santos, porque yo soy santo»  1 Pedro 1:15-16

La santidad y la mortificación del pecado son temas que tristemente han desaparecido en muchísimas iglesias que se denominan cristianas hoy en día. La cultura, la mundanidad y los afanes de este mundo han provocado en muchos que dicen ser creyentes un desinterés y una apatía total por todo lo que es santo; un rechazo completo a buscar y anhelar la santidad en todas las cosas que hacen para la gloria de Dios Padre.

Se está predicando un evangelio falso donde no hay necesidad de mantenerse en santidad, ni negarse a sí mismo, tomar la cruz y seguir a Cristo (Mateo 16:24). Un evangelio donde no es necesario mortificar el pecado a cada instante, un evangelio donde se minimiza y menosprecia la Santidad de Dios (1 Juan 3:4-6).

Tenemos que entender que Dios es Santo, Santo, Santo (Isaías 6:3) y no hay oscuridad alguna en Él (1 Juan 1:5), Dios está completamente apartado del pecado y no tolera el pecado de ninguna manera. Sólo Dios es infinita, independientemente e inmutablemente Santo. Si tuviéramos que describir a Dios en un atributo sería este: Dios es ante todo Santo, Santo, Santo. Ningún otro atributo de Dios se menciona tanto en la Biblia como este y no hay otro en el que se le dé tanto énfasis. Su Santidad es la expresión plena de quien Él es.

Congruentemente con esta cualidad de Dios Su Palabra nos hace un llamado urgente a mantenernos en santidad, sin la cual nadie verá a Dios (Hebreos 12:14). Nos dice que seamos hijos obedientes y que no volvamos a hacer las cosas malas que hacíamos antes (1 Pedro 1:14). Nos enseña que todos los que son nacidos de Dios no practican el pecado (1 Juan 3:9). Que el fruto del Espíritu es contrario al fruto de la carne (Gálatas 5:16-23). Que los que pertenecen a Cristo han clavado sus pasiones y deseos carnales en la cruz y allí los han crucificado (Gálatas 5:24). Que los que son guiados por el Espíritu Santo no son dominados por la naturaleza pecaminosa ni piensan en cosas pecaminosas (Romanos 8:5).

Evidentemente hay pecado en todo ser humano y eso va a ser así hasta que Cristo vuelva y convierta todo lo corruptible de sus escogidos en incorruptibilidad. Pero Dios mismo ha dado a sus escogidos todo lo necesario por gracia inmerecida por el sacrificio perfecto de Jesucristo en la cruz del calvario para vencer y mortificar el pecado  (Filipenses 2:13, Romanos 8:1-2, 1 Corintios 10:13, 1 Juan 3:6) Ser santos no es una opción para el creyente, es un mandato. (1 Pedro 1:16)

  • ¿Estás mortificando el pecado en tu vida a diario y buscando vivir vidas santas para la gloria de Cristo?
  • ¿Estás reconociendo tu pecado y corriendo a confesarlo para hallar misericordia y perdón? 1 Juan 1:8-10
  • ¿Estás creciendo en el conocimiento de la santidad de Dios?
  • ¿Estás dejando de minimizar el pecado en tu vida al reconocer que Dios es Santo, Santo, Santo? 

Si tu vida no refleja las características expuestas anteriormente, si tu vida no está dando fruto de justicia o si no anhelas con todo tu ser obedecer al Señor y desear la santidad para glorificarle a Él deberías preguntarte si realmente eres un verdadero creyente.

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