¿Ministerio o Profesión? ¿A dónde está puesta tu confianza?

Ministerio

Muchas iglesias alrededor del mundo buscan profesionales entre sus miembros para que sean líderes (pastores, predicadores, ancianos, diáconos, líderes de ministerios) y lleven adelante  la gran tarea de edificar la iglesia. Los parámetros que utilizan en la selección son mayoritariamente seculares, le ofrecen a una persona un cargo de liderazgo basado mayormente en la experiencia laboral, títulos universitarios y valores morales. No importa mucho el fruto como creyente ni la evidencia de ser una persona quebrantada que le ama a Cristo.

Piensan que entre más ‘exitosa’ es la persona en el mundo, mucho más apto para el ministerio es y más puede aportar para el crecimiento y edificación de la iglesia. Esto tristemente no solo pasa en muchas iglesias, este pensamiento y creencia puede estar muy presente en nuestra mente y corazón también. Podemos fácilmente pensar, que nuestros ‘éxitos’ seculares añaden valor o nos hacen más meritorios que otros para servir al Señor en ‘cargos más altos’, como si la iglesia se tratase de una empresa y yo tuviera que hacer todo lo posible para alcanzar una gerencia.

Si Jesús hubiera seguido esos parámetros para elegir a sus discípulos, él hubiera escogido a maestros de la ley, fariseos, escribas o inclusive a reyes para llevar adelante la misión. No había personas con más influencia, conocimiento y ‘éxito’ que ellos en esos tiempos. Sin embargo, Dios no ve las cosas como el hombre las ve (Isaías 55:8); El escoge lo vil y menospreciado del mundo (1 Corintios 1:28) para avergonzar a aquellos que se jactan de ser mucho y los levanta de maneras extraordinarias para glorificarse a sí mismo. Los hombres que Jesús escogió eran pescadores y un cobrador de impuestos. Profesiones que no tienen valor para la sociedad, profesiones despreciadas y desvalorizadas para el mundo.

Desde este punto, entendemos que el ministerio cristiano no tiene nada que ver con las aptitudes, talentos, experiencia o estudios que la persona tenga. Dios nunca va a llamar a alguien al ministerio si la persona es profesional y tiene puesta su confianza en su profesión.  ¿Por qué? Porque el ministerio no es una profesión, es una institución divina. Si no entendemos esta verdad, vamos a estar perdidos confiando en nuestras propias fuerzas y talentos robándole toda la gloria a Dios, creyendo que somos merecedores de trabajar para el Señor y peor aun pensando que Dios nos necesita para llevar adelante Su obra.

La Biblia nos enseña que los cristianos debemos ser débiles porque en Cristo encontramos toda nuestra Fortaleza (2 Corintios 12:10); pero los profesionales son considerados  ‘fuertes’ por los estudios y la experiencia que poseen. Los cristianos somos deshonrados, humillados y perseguidos, más los profesionales son honrados, ovacionados y alabados en gran manera por la sociedad. Los cristianos no debemos buscar asegurarnos un estilo de vida profesional y anhelar vivir y confiar en riquezas materiales, sino más bien estar preparados y contentos para vivir con hambre y sed, sin ropa y sin casa porque todo lo podemos en Cristo que nos fortalece (Filipenses 4:10-13); mas sin embargo, los profesionales siempre buscan como tener más y como alcanzar mejores puestos y tener mayor renombre, fama y bienes materiales.  

Pero, ¿acaso no hemos cada uno de nosotros de una u otra manera anhelado ser profesionales y ser reconocidos por la sociedad? ¿Con cuánta facilidad hemos confiado y creído que nuestras capacidades, experiencia y estudios nos hacen más aptos para el ministerio que otros? ¿Cuántas veces nos hemos comparado con los demás, creyendo en nuestros perversos corazones que somos mejores y más meritorios para tener un puesto de liderazgo en la iglesia? ¿Cuántas veces hemos creído que Dios me necesita y que sin mi trabajo Sus planes se pueden ver interrumpidos? ¿Cuántas veces hemos confiado más en nuestras propias fuerzas y recursos que en Dios? ¿Cuántas veces, inclusive, hemos confiado más en los dones que Dios no ha dado que en El dador Todopoderoso?

La verdad muchas veces hemos pensado y actuado de esa manera y debemos estar muy arrepentidos de ese pecado grande en contra de un Dios Santo y venir rápido a Él en confesión y rogarle a El que nos quite no solo la mente y corazón de profesionalismo sino todo lo que acarrea el profesionalismo: auto confianza, auto dependencia, orgullo, jactancia, envidia y vanagloria.

Algo que es crítico entender en nuestra mente y corazón y debemos repetirlo constantemente a nuestras vidas es lo siguiente: Dios no nos necesita, Dios no está impresionado con nuestra experiencia o títulos universitarios, la obra de Dios no se va a ver afectada en lo más mínimo si estamos o no estamos (Filipenses 1:6), Dios es quien comenzó la obra y es El quien la terminará. Dios no nos contrata para un trabajo, no ve nuestro currículo, no busca por referencias personales, Dios solo ve una cosa, Dios ve el corazón. Un corazón contrito y humillado el Señor no desprecia (Salmos 51:17).

‘Entre más profesionales queremos ser en nuestro servicio a Cristo más muertos espiritualmente nos volvemos. En ninguna parte de la Palabra de Dios vemos que el profesionalismo sea la forma de llevar adelante el Ministerio de la Palabra y la Fe; más bien cuando intentamos hacerlo en base a una profesión, conocimiento o experiencia lo que estamos haciendo es ofendiendo la Palabra de Dios’.  (Piper, 2013)

El hombre espiritual que tiene un corazón contrito y humillado delante de Dios va a buscar la dirección divina en todo momento y en toda circunstancia, sabiendo que solo Dios puede obrar milagrosa y poderosamente en cada situación. El hombre profesional va a confiar en sus propias fuerzas y recursos. Al hacerlo, no solo daña su vida sino que también daña su relación con Dios y a la congregación donde esté sirviendo. 

Confía en el Señor de todo corazón,  y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos,  y él allanará tus sendas. No seas sabio en tu propia opinión; más bien, teme al Señor y huye del mal. Esto infundirá salud a tu cuerpo  y fortalecerá tu ser. Proverbios 3:5-8

¿A dónde, en qué o en quien está puesta tu confianza hoy? 

Referencias

Piper, J. (2013) ‘Hermanos, no somos profesionales’ B&H Publishing Group. Nashville, Tennesse. United States of America.

Todas las referencias a citas bíblicas fueron hechas con la versión Nueva Traducción Viviente.

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